Cada día al llegar a la escuela encuentro un ángel con cara sucia al cual debo moldear, dar forma y transformar a través de mis palabras, mis gestos y mis sueños.
El aula bulliciosa, las peleas y el llanto por el lápiz perdido , las tareas incompletas, el cuaderno olvidado y mucho más hace que el día parezca interminable y que la cabeza parezca estallar tratando de solucionar los problemas infantiles.
Pero al escuchar sus bromas, al recibir un abrazo, un beso y al mirar que todo lo que dije con gestos, muecas y sonrisas, ellos, mis alumnos, lo repiten tal cual, pienso que importante es ser un buen ejemplo.
Mis ángeles de cara sucia cantan en coro: Buenos días señorita. Y eso de señorita es bueno, porque ellos te dice así, aunque tengas 60 años.
El día termina y ellos comentan: ¡Señorita que facilito estuvo lo que hoy nos enseñó, yo ya entendí pero no hice nada en el cuaderno porque ahora mi esfero tuvo pico y placa y por eso no vino¡¡
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